Sentada en una oscura terraza
con bellas vistas de Granada,
tantas cosas que ver
y solo una llama mi atención.
Allí tan pequeña y sola,
tan brillante y rodeada de tanta oscuridad,
más siempre presente aunque no se te vea.
¿Por qué llamarte consejera
si no ofreces consejo alguno?
Ojala tan solo pudieras decirme algo de verdad,
tan solo mostrarme en secreto el camino a seguir.
Mi única confidente en la noche,
la única testigo de mis llantos,
que iluminas en la noche las lágrimas derramadas,
que escuchas en silencio las penas no contadas.
Ojala tuvieras el poder de consolar,
de curar los corazones malheridos,
si así fuera iría hasta ti,
conseguiría unas gotas de Luna,
y los dos beberíamos de ella hasta encontrar la paz...
Tú...
Que hiciste que dejara de sentirme
tan pequeña y sola.
Tú...
Que iluminaste mi vida
rodeada de tanta oscuridad.
Tú...
Que me diste todo
y yo nada pude darte.
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