viernes, 29 de mayo de 2015

Nunca Tuve Una Mejor Amiga...

ASÍ SE SIENTE NUNCA HABER SIDO LA MEJOR AMIGA DE NADIE



 Simplemente, no todos estamos destinados a la amistad. 

Siempre he estado rodeada de amigos. No me faltan personas con quienes salir ni personas para hablar cuando estoy apenada, sin embargo, siempre he sido la opción y nunca la prioridad de nadie.
He estado rodeada de amigos, sin embargo, no de verdaderos amigos. 

Soy una persona complicada y especial, y es complejo tratar conmigo, lo sé, pero no me considero una mala amiga. Mi manera de ser me ha llevado a no poder desarrollar una verdadera relación de amistad, y eso llegó a dolerme, y mucho.

Por años sufrí por no considerarme una “persona normal”, y no encajar con el resto del mundo. Lloraba en silencio por siempre ir en contra de la corriente. Constantemente me preguntaba por qué no podía ser como todas las otras personas, pues a fin de cuentas, no había nadie que no tuviese un mejor amigo. Uno que resaltase de todos los demás, uno que supiese de toda su vida, uno con quien pudiese siempre contar. 

Sentía que tenía mucho por entregar, y que tenía que haber alguien ahí afuera que pudiese recibir todo eso que yo podía dar.

Y luché en contra de mi suerte. Puse todos mis esfuerzos en 
cambiar mi historia y ser esa persona importante para alguien, 
pero a pesar de todos mis intentos, no lo conseguí
Al parecer no había nadie en este mundo que pudiese lidiar con mi personalidad.
 La que, para mi, no era tan mala como parecía.

Y comencé a cambiar mi manera de pensar, porque supe que esa sería la única manera en la que podría ser feliz.

Y me di cuenta de que hay algunas personas que simplemente no están destinadas a tener un mejor amigo, o a ser el mejor amigo de alguien.

Me di cuenta de que en realidad no necesitaba ser parte de ese concepto, sino que la propia sociedad lo había impuesto en mi cabeza desde pequeña. Me di cuenta de que me fascinaba estar sola, claro que a veces me gustaba salir y conversar con más gente, y eso lo tenía.

 

Me di cuenta de que ser “especial” era mi mejor cualidad, 
y prefería mil veces ser distinta del resto y no tener un mejor amigo, que ser igual a todos y sí tenerlo, en contra de mi verdadera personalidad.

Aprendí a valorar mi independencia. A trabajar duro por lo que quería 
y a no descansar en otros, y eso me hizo ser muchísimo más fuerte. 

También me hizo aprender a valorar mi propia opinión, 
y simplemente guiarme por mis propios instintos, 
porque confío en mi misma
Así también, aprendí a no culpar a nadie más sino a mí por las cosas que no funcionan.


No ser el mejor amigo de nadie me enseñó también a 
valérmelas por mi misma, a creer en mis opiniones 
y a no guiarme por lo que dice el resto. 
Porque la falta de amistad, me ha hecho ser realmente confiada y segura de mi misma. 

También aprendí a valorar la soledad. Mientras que antes hacía de todo por tratar de estar rodeada de mucha gente, hoy tomo la soledad como un regalo, y entiendo la importancia de ella.
Simplemente, no todos servimos para ser mejores amigos. Y eso está bien. 
Simplemente, no todos estamos destinados a la amistad




PD: El texto no es mío, lo cogí de un artículo, pero si no lo supiera, juraría que lo he escrito yo misma, de hecho creo que ni yo misma habría escrito tan exactamente mis sentimientos.

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