Sé que estaba viva cuando amé, y sé que todo lo que tengo ahora, por más interesante que pueda parecer, no me entusiasma.
Pero el amor es terrible: he visto a mis amigas sufrir, y no quiero que eso me suceda a mí.
Ellas, que antes se reían de mí y de mi inocencia, ahora me preguntan cómo consigo dominar a los hombres tan bien. Sonrío y callo, porque sé que el remedio es peor que el propio dolor: simplemente no me enamoro.
Cada día que pasa veo con más claridad qué frágiles son los hombres, inconstantes, inseguros, sorprendentes... (..)
Aunque mi objetivo sea comprender el amor, y aunque sufra por culpa de los hombres a los que entregué mi corazón, veo que aquellos que tocaron mi alma no consiguieron despertar mi cuerpo, y quienes tocaron mi cuerpo no consiguieron llegar a mi alma.
Que triste todo eso, que triste dominar a alguien, que triste cerrarte al amor y separar el alma del cuerpo, cuando van juntos es maravillosos, deberías probarlo...
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